15 diciembre 2016

  "No creo que sea muy desasertado tomarlas como autobiografia espiritual, como diario de una crisis, a la vez personal y universal, como un simple reflejo del derrumbe de la civilizacion occidental en un hombre de nuestro tiempo. (...) sin advertir que es la crisis de toda la civilización basada en la razón y la máquina."

Ernesto Sábato, "Hombres y engranajes", 1951.


  En estas obras, Fuerzas y Seres que entraman el imaginario colectivo emblematizan realidades capaces de generar un sinnúmero de emociones indescriptibles, entre ellas lo sublime y lo siniestro, desembocando así en la búsqueda del sí-mismo. En definitiva, una reformulación de lo originado tiempo atrás en el inconsciente colectivo del hombre. Son también teorías sustentadoras de una concepción del mundo y la vida, sobre todo, de la comprensión espiritual del ser humano sumergido hoy en un mundo moderno, capitalista, inevitable y continuo, alejado así de su realidad verdadera y esencial.
   
   A partir de representaciones anacrónicas se pretende alcanzar en el espectador un proceso de reflexión, una experiencia mística: son imágenes de un pasado remoto, mezcla de historia, leyendas, mitos y verdades que descansan en las sombras del inconciente humano. Surgen aquí seres prodigiosos que se manifestaron en lejanos tiempos de oscurantismo y, actualmente, se encuentran hundidos en el olvido. Criaturas que nos hablan calladamente del enigma que encierra la vida y nos proponen un viaje a la salvaje inocencia del alma. Cuanto más nos aventuramos en la profundidad del inconsciente, más nos aproximamos a la universalización de los sistemas funcionales de nuestra psique y, es allí, en donde cada individuo pierde su unicidad y todos confluimos bajo la única y verdadera pulsión vital: lo Absoluto, origen y fin de todas las cosas.

   La pertenencia a una simbología clásica, común a todas las épocas, traza un estado atemporal presente hoy desde los antiguos imaginarios. Debemos destacar el acercamiento a manifestaciones simbólicas antiguas, góticas, románticas y sobre todo a la iconografía renacentista, especialmente ligadas a elementos religiosos y a la mitología y las cosmogonías de diferentes culturas, ya que, en estas manifestaciones, el arte es una forma de conocimiento que resuena en el espíritu del hombre.
   Esta realidad suprasensible se refleja en imágenes de carácter sublime y siniestro. En cuanto a los objetos que despiertan la idea de lo sublime, Burke señala que éstos deben cumplir con ciertas propiedades, que pueden estar presentes, bien sea por separado o las unas junto a las otras, en adecuada mixtura. Tales son: las grandes magnitudes (y la eternidad y/o infinidad que representan), la idea de poderes muy amplios y fuertes, los abismos, la soledad, el vacío, el silencio, la oscuridad, o una luz muy intensa que amenace con anular nuestros sentidos.

   En estas obras la Naturaleza, poderosa e invicta, se apodera de los cuerpos mientras el infinito Cosmos se expande dentro de ellos. La Luz y la Oscuridad compiten y se unen continuamente en figuras que irradian poder y serenidad, mientras observan nuestro inconsciente infinito con gesto de profunda melancolía y se pierden en el interior de nuestro ser. Intentan corromper los sentimientos y el estado anímico del observador con experiencias de carácter trans-humano que llegan a la mente desde profundos conocimientos inconscientes, subliminales y universales.
 
  Paisajes que se abren a lo desconocido y muros sólidos que no nos dejan escapar de la Verdad, contienen huellas de lo Absoluto para nuestro deleite espiritual. Imágenes vaporosas y diluidas que se conforman y completan subjetivamente con el poder de nuestro conocimiento innato. Estas imágenes son la última confesión, el último aviso de la Naturaleza y el Tiempo hacia el hombre que intenta evadirse de su nefasto poder.



                                                                       FÓSIL - SUEÑOS INNATOS

                                                                Laja intervenida con acrilicos. (2004)